
Recién terminado el torneo del Portal Invernal (gracias a todos por la participación) traemos un artículo de trasfondo, continuando con la historia de Age of Sigmar, en el que precisamente los portales tienen bastante protagonismo. Continuamos nuestra saga donde la dejamos, con los Reinos Mortales devastados por el Caos y el Dios Rey Sigmar preparado para desatar su venganza a través de la tormenta.
La preparación de Sigmar
Con el transcurso de incontables años, el Dios-Rey Sigmar preparó su contraofensiva desde el refugio de Azyr. Su aislamiento le permitió reunir vastos ejércitos y crear a los Stormcast Eternals, guerreros imbuidos con la furia del trueno. Sin embargo, este mismo aislamiento se convirtió en su mayor obstáculo. Si bien podía lanzar a sus Stormcast como relámpagos sobre los Reinos Mortales, sus nuevas legiones eran demasiado numerosas para desplegarlas al unísono acompañadas de sus tropas de elfos y duardin.

La solución fue clara: los Stormcast debían adelantarse. Sus vanguardias tendrían la misión de conquistar y fortificar los antiguos portales a Azyr, transformándolos en baluartes desde los cuales liberar a los Reinos Mortales. Y el primer paso de esta gran cruzada se daría en Aqshy, el Reino del Fuego, en un lugar conocido como el Delta Ígneo.
La región, enclavada en la Península Brimstone y protegida por el Mar Vitriolo, era un bastión natural. Más al norte, la Meseta Llagaígnea albergaba ruinas de la Era de los Mitos, promesas de secretos olvidados y poder. Pero el Delta Ígneo no estaba vacío. Lo gobernaba la Goretide de Korghos Khul, un señor de la guerra de Khorne cuya sed de sangre no conocía fin ya que ansiaba ascender a la demonicidad. Gracias a la acción de sus espías supo que algo se avecinaba y sentía que poderosos enemigos llegarían, dignos trofeos para Khorne.
Con un rugido de ansia y furia, reunió a su hueste de carniceros y marchó hacia el portal, decidido a reclamar la gloria con sangre y fuego.
La llegada de la tormenta.
La batalla comenzaría con un asalto relámpago: una fuerza de Stormcast Eternals descendería sobre el Portal Susurrante para romper su clausura y abrir un paso a los ejércitos que aguardaban en Azyr. No sabían qué resistencias encontrarían, pero estaban preparados para enfrentar cualquier desafío. Y al frente de esta misión, Sigmar eligió a Vandus Hammerhand, uno de sus generales más prometedores.

Así comenzó la Batalla del Portal Susurrante. Bajo un cielo encendido por el resplandor de las forjas de Aqshy, los Stormcast cayeron como una tormenta dorada. Los guerreros de Korghos Khul los superaban en número, pero no en determinación. En medio del fragor del combate, Vandus lideró a sus hermanos con el martillo alzado, abriendo camino a través de la marea de carne y hierro. La lucha fue feroz, pero cuando la clausura del portal cedió, un estruendo de trueno anunció la llegada del resto del ejército de Sigmar. La avalancha de Stormcast barrió el campo de batalla y, por primera vez en siglos, el Portal Susurrante quedó libre.
Las fuerzas de Korghos Khul, derrotadas, se vieron obligadas a retirarse. Y con esta victoria, comenzó una nueva era. La Era de Sigmar.
Las Guerras por los Portales:
Desde ese momento, las Guerras por los Portales se desataron sobre los Reinos Mortales. Sigmar lanzó destacamentos de sus guerreros, conquistando antiguos nexos y estableciendo cabezas de puente para su gran cruzada. El tiempo del Caos estaba llegando a su fin. Y con cada portal recuperado, el relámpago de Sigmar iluminaba un futuro de esperanza y guerra.

Las Guerras por los Portales marcaron un antes y un después en la historia de los Reinos Mortales. Lo que comenzó como una ofensiva relámpago de Sigmar contra las hordas del Caos pronto se convirtió en un conflicto colosal que arrastró a todas las facciones a la guerra. Durante años, incontables batallas se libraron en los Reinos Mortales, con la única excepción de Azyr, el único santuario aún libre de la corrupción del Caos.
El Primer Golpe de Sigmar
Tras la victoria de Vandus Hammerhand en el Portal Susurrante, el Dios-Rey no perdió el tiempo. Ordenó a sus Stormcast Eternals que se desplegaran por los Reinos Mortales, con varios objetivos como asegurar los portales hacia Azyr. Forjar alianzas con las civilizaciones que resistían frente al Caos, asegurar sus territorios con cruzadas y campañas, recuperando sus antiguas ciudades y finalmente, destruir los portales del Caos.
Durante los primeros años de la guerra, los Stormcast Eternals cosecharon victoria tras victoria aprovechando la poca costumbre de las legiones del Caos a luchar contra ejércitos organizados tras siglos enfrentándose a fuerzas irregulares y desesperadas.
En este tiempo se lograron grandes gestas como la búsqueda y recuperación de Ghal Maraz por Vandus Hammerhand y Thostos Bladestorm al frente de sus tropas o la alianza con Allarielle para liberar Ghyran.
La Respuesta de Archaon
No pasó mucho tiempo antes de que el Señor del Fin de los Tiempos tomara medidas. Archaon comprendió la magnitud de la amenaza y actuó con una astucia digna de su título. Mientras enviaba legiones para frenar el avance de los Stormcast, tramó un plan que, de tener éxito, podría haber condenado a Sigmar para siempre.

El Asalto a Azyr.
En secreto, Archaon planeaba lo impensable: invadir el propio Reino de Sigmar. Para lograrlo, buscó el poder de las Bestias Divinas, titanes ancestrales cuyo poder rivalizaba con el de los dioses. Si lograba someterlas, las enviaría contra Azyr, obligando a Sigmar a retirar sus ejércitos y condenándolo a la derrota.
Con la ayuda del demonio Kiathanus, Archaon movilizó una red de agentes para cazar a estas bestias legendarias:
- Argentine, la Bestia Plateada. Ya corrompida por Tzeentch, fue la primera en unirse a la causa de Archaon.
- Ignax, el Draco Solar. Dominar a esta criatura de fuego resultó un desafío mayor. Sin embargo, los Fyreslayers, liderados por el legendario Runesmiter Dorryc Claimblade, frustraron el plan al inscribir una runa secreta sobre su carne, asegurando que Ignax jamás podría ser esclavizada.
- Nyxtor, el Padre de los Heptadecagors. Archaon intentó localizar a este monstruoso ser, pero su búsqueda resultó infructuosa.
- Behemat, el Titán del Mundo. En una campaña brutal en Ghyran, Archaon logró corromper al titán, pero antes de que pudiera utilizarlo, los Stormcast, liderados por el Celestant-Prime y armados con Ghal Maraz, se vieron obligados a tomar una decisión terrible: dar muerte a la colosal criatura antes de que pudiera ser usada contra Azyr.
El plan de Archaon fracasó. De todas las Bestias Divinas, solo logró el control absoluto de Argentine. Pero su ofensiva no fue en vano. La guerra que libró contra los Stormcast desgastó las fuerzas de Sigmar, frustrando su expansión y asegurando que el dominio del Caos, aunque golpeado, no fuera erradicado.

Un Conflicto Sin Fin
Las Guerras por los Portales fueron una tormenta de fuego y acero que cambió para siempre el destino de los Reinos Mortales. Sigmar logró abrir un camino de regreso a los mundos que había abandonado, pero su victoria no fue absoluta. Archaon demostró que el Caos no cedería sin lucha, y nuevos poderes, desde Alarielle hasta Nagash, comenzaron a trazar sus propias ambiciones.
El conflicto no terminó, solo evolucionó. La Era de Sigmar había comenzado, pero la guerra… la guerra nunca acabaría.